¿Qué es el alcoholismo?


La Asociación Médica Americana reconoce al alcoholismo como enfermedad. Se caracteriza por el deseo incontrolable de beber. Al principio puede ser que el alcohólico controle sus tragos, pero una vez que se convierte en obsesión ya no le es posible controlarse por sí mismo. Cuanto antes el alcohólico comprenda la naturaleza de su mal, según los miembros de Alcohólicos Anónimos (AA), tanto más pronto estará en camino de recuperarse. Creen que el alcohólico deben “tocar fondo” antes de buscar su propia recuperación. Tocar fondo significa admitir que tiene un problema con la bebida, estar dispuesto a aceptar que no puede afrontar solo el problema y desear la sobriedad por sí mismo y no para complacer a nadie más...

El Alcoholismo, Contagio Familiar


Se puede ver lo que el alcohol le hace al bebedor, ¿ pero se puede ver lo que te hace a ti? El alcoholismo es una enfermedad de la familia beber compulsivamente afecta tanto al alcohólico como a las personas que lo rodean: hijos, padres, esposa o esposo, amigos, compañeros de trabajo. La familia es la más afectada, reaccionamos ante el comportamiento del alcohólico, queriendo controlar su forma de beber. Esto termina por enfermarnos, física, emocional y espiritualmente.

Algunos sintomas del contagio familiar: obsesión, angustia, ira, negación, culpa, miedo, vergüenza, aislamiento

¿Cómo nos afecta?


Concentramos nuestro pensamiento en lo que hace o deja de hacer el bebedor, y en qué se podría hacer para que deje de beber.

Ansiedad: aunque el alcohólico no parece preocuparse por las cuentas que pagar, el empleo, los hijos, o su salud, nosotros nos preocupamos mucho cuando nos damos cuenta que el alcohólico nos miente, nos utiliza, descuida sus responsabilidades, creemos que no nos quiere, tratamos de desquitarnos.

Negación: aceptamos sus promesas, volvemos a confiar, en los breves periodos de sobriedad, creemos que el problema ha desaparecido, y aunque algo nos dice que las cosas no están bien, ocultamos nuestros pensamientos y sentimientos.

Vergüenza: nos avergonzamos de las escenas que nuestro familiar hace en público. Comenzamos a aislarnos.

Culpabilidad: quizas el peor daño que nos hemos hecho es creer que el acohólico bebe por nuestra culpa, algo hicimos, o dejamos de hacer, o no somos inteligentes pues no hemos podido resolver el problema. El alcohólico mira la botella y el familiar mira al alcohólico, y en este accionar y reaccionar continúan interactuando. Pero la relación entre el alcohólico y su familia no es unilateral. La familia también afecta a la persona alcohólica y a su enfermedad, como hemos estado representando el papel de propiciadores, víctimas o provocadores, contribuímos sin querer a sostener la enfermedad, impidiendo que el alcohólico toque fondo y busque ayuda.

La ayuda que Al-Anon ofrece:

Conocer a otras personas quienes comprenden su problema, Es muy cierto que sólo un alcohólico puede comprender a otro alcohólico. Así tambien, que sólo una persona que haya convivido con un alcohólico puede comprender a los familiares de estos. Ofrecemos consuelo y esperanza de una mejor forma de vida, al compartir nuestra experiencia y fortaleza con los demás; aprender sobre el alcoholismo como una enfermedad. Al asistir a las reuniones de Al-Anon con cierta frecuencia, llegamos a la comprensión de que el alcoholismo es una enfermedad progresiva y mortal, si no es detenida a tiempo con la abstinencia. Y que no podemos acusar al alcohólico de falta de voluntad. Comprendemos que no somos culpables porque no la causamos, por tanto, nosotros los familiares no podemos controlar ni curar la enfermedad.

Cambiar desesperación por esperanza.

En las reuniones no hablamos de nuestro familiar alcohólico, le guardamos respeto y consideración; los amamos porque hemos aprendido a separar a la persona de la enfermedad, por medio del desprendimiento emocional. Nos damos cuenta de que nuestras molestias provienen de nuestra actitud. Que hemos estado representado el papel de propiciadores, víctimas, o provocadores. En la dinámica de la enfermedad tratamos de cambiar nuestra actitud, lo cual resulta de mucho valor para el alcohólico y en beneficios sin límite para toda la familia. Aprendemos a tener responsabilidad con nosotros mismos; descubrimos sentimientos de autoestima, amor y crecimiento espiritual. Enfrentamos nuestros sentimientos nos concentramos en nosotros mismos. Viviendo un día a la vez, las herramientas que brinda el programa de Al-Anon, podemos encontrar soluciones que nos conduzcan a la serenidad.
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